Stefan Zweig, escribiendo sobre Rodin, dice que los
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realmente grandes son casi siempre los más afectuosos(gütigsten), y los más sencillos (einfachsten).
Ni yo soy Zweig, ni Solà-Morales Rodin, pero esto no le resta un ápice de verdad a la afirmación del gran vienés, que Manuel cumplía. |
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Aunque fueron muchas las ocasiones en que pude comprobar cómo se daban en él las dos características que suelen acompañar a la auténtica grandeza, aquí me limitaré a recordar la ocasión en que nos conocimos, en 1991, en esa época en que, cuando se hablaba de Solà-Morales, aún había que aclarar de cuál de los dos hermanos, Manuel o Ignasi, se trataba.
Manuel se puso en contacto conmigo para invitarme a participar en un postgrado que él dirigía. |
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Recuerdo que me impresionó que él mismo hubiese cogido el teléfono para llamarme y fijar una
cita, y que para colmo él propusiera que fuese en mi estudio, de manera que él me vino a ver a mi, en vez de ir yo a verlo a él, como hubiese sido lógico.
Años más tarde, al telefonearme su hermano Ignasi, también sin persona interpuesta, para saber si me interesaría hacer el seguimiento fotográfico de la reconstrucción del Liceu, la llaneza de su trato, tan de agradecer, ya no me sorprendió.
Es cosa de hermanos, pensé. / Barcelona |
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